172 MADAMA ROLAND
lles, no veía más que la lentitud y la incertidumbre de la Asamblea y los esfuerzos que hacía para detenerse. Creía demasiado que las luchas de París estaban fielmente re- presentadas en las de Lyón, en las que los intereses del antiguo régimen y del nuevo se hallaban más enconados sin intermediario moderador. Asqueada bien pronto de Lyón, y desesperanzada de ver salir nada de intereses tan ciegos y apasionados en la lucha, añadió irritabilidad a la querella general en la que antes no había interve- nido, y cuya complicación no había previsto ni estando cerca, ni durante la primera fase del entusiasmo. Desco- nociendo, pues, el papel cada vez más difícil de los hombres sinceros del 89, no viendo desde entonces en la oposición patriótica y en los Constituye 1tes más que amigos o ene- migos, y persuadida de que en la capital también hacía falta una lucha grande, su punto de partida para su con- ducta política activa, fué un grave desconocimiento” de los hechos, una falsa creencia de la situación. En este estado de espiritu llegó a París en febrero del 91, obce- cada, con partipris y con todos los resentimientos de Lyón, como tropa de refresco en socorro de Brissot y de los demás.
Las cartas de Madama Roland a Bancal y a Brissot, ofrecen una gran cantidad de sucesos interesantes que pueden servir para la historia de Lyón en esta época. Al relacionarlos con los acaecimientos recientes (y no podemos evitar el hacerlo al ver los mismos intereses que se miran amenazadores, las mismas luchas que se recru- decen, y hasta las mismas divisas en las banderas) se ve cuánto dura la llaga y cómo empeora; cuán pocos reme- dios ha encontrado esta ciencia social tan ponderada des- pués de cuarenta años y cuán medianamente hemos avan- zado, a pesar de la innovación perpetua del dios Progreso que en todas partes han inaugurado ?!.
? Esto era en el tiempo en que se escribió este artículo una alusión
Ml Jas insurrecciones de Lyón en los primeros años del reinado de Luís 'elipe,
