RETRATOS DE MUJERES 167
res de Plutarco que han estudiado y admirado ellos mis- mos, independientemente del éxito de las causas que de- fendieron y de la suerte de las ciudades de que fueron honra. '
Más que nunca, es la inmortal Gironda el límite en que nuestro pensamiento se encuentra a su gusto y en donde obstinado se detiene. Es preciso comprender esto; pero nuestra admiración, salvo raras excepciones, está más allá. Al ver la fatal y creciente preocupación que inspiran a sus sucesores estas figuras gigantescas muv frecuentemente salidas del lodo y lívidas de sanere, al mismo tiempo que alumbradas por relámpagos de tor- menta, al ver la lógica intrépida de las doctrinas que de ellas nacen y que sirven, según el pretexto y la oca- sión a temores y a represiones contrarias, se puede pen- sar que el mal, los medios violentos, inicuos, inhumanos, aun suponiendo que en un momento de crisis hayan te- nido utilidad inmediata, dejan en la imaginación de los huérfanos huellas funestas y contagiosas, va por las exa- geraciones teóricas imitadas, ya por los temores peque- ños y pusilánimes. A medida, pues, que el tumulto de los recuerdos se aclara y se calma para mí, yo me siento más inclinado hacia sus nobles figuras humanas de una bella proporción moral, que se detuvieron todas juntas con un instinto sublime y con un grito miser:cordioso, al borde del río de sangre, y que, por sus errores. sus sin- ceras ilusiones, las ternuras de su juventud que los ene- migos les imputaban como señales de corrupción, cuando no eran sino debilidades de pentes honradas, y, vor úl- timo, por el pequeño número de verdades inmortales que ellas predicaron, están grabadas en nuestros corazones y se hacen dueñas del pensamiento de los que sin sofismas buscan la dicha de los hombres. Madama Roland es la primera y la más bella figura del grupo; ella es el genio en toda su fuerza, su pureza y gracia; la musa más bri- llante y más severa en toda la santidad del martirio. Mas,
