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RETRATOS DE MUJERES 161

Las Consideraciones sobre la Revolución francesa, úl- tima obra de Madama de Staél, que sirve para formar un juicio total de ella y para clasificar su nombre en política entre el de su padre y el de su yerno, la dan a conocer bajo ese aspecto de liberal, mitigado, inglés, y un poco doctrinario, mucho mejor que nosotros podríamos hacerlo. En seguida de su vuelta a Francia, no tardó en ver cómo brotaban las exigencias de los partidos y todas las difi- cultades que complican las restauraciones. Las condescen- dencias, las medidas de conciliación, fueron desde el prin- cipio la vía indicada por ella. En la intimidad con Madama de Duras y con Chateaubriand buscaba una comunión más intensa que la suya. “Mi sistema —decía en 1816— está siempre en total oposición con el que se sigue, y mi afecto más sincero es para aquellos que le siguen.” Desde enton- ces tuvo que sufrir mucho en sus relaciones y en sus afectos íntimos por las divergencias que estallaron; el gru- po de amistades se desunía en su derredor y algunas adqui- siciones nuevas, preciosas, como la de M. Mackintosh, repa- raban imperfectamente las pérdidas sufridas. ¡Días penosos, que llegan tarde o temprano en todas las existencias, du- rante los que se ve a los seres preferidos, que con una especie de arte reunimos en el seno de un mismo amor, separarse, mirarse con rencor, deshojar la flor del afecto que tanto les agradaba antes! Estos desengaño:, que no se detienen' ni aun ante las amistades más queridas, afec- taban singularmente a Madama de Staél y la arrancaron, si no de la vida, al menos de las vanidades y de las dulzu- ras perecederas. Acabó por perder el gusto de escribir a Monsieur de Montmorency, al admirable amigo, a causa de las malhadadas divergencias a las que él concedía una gran importancia, M. de Schlegel odiaba mucho a esta política invasora, y se mostraba muy a disgusto en aquellos círcu- los turbulentos, en los que no estaba representada la bella literatura como en Coppet. Madama de Staél, muy sen- sible a todo esto, y ya herida por un mal siempre creciente,