158 MADAMA DE STAEL
termina su libro celebrándole, pero haciendo esfuerzos para regularle en presencia de Dios. El Ensayo sobre el suicidio, que se publicó en 1812 en Estocolmo, fué escrito en 1810, y en él se manifiestan más netamente los signos de la revolución moral que se operaba en el alma de Ma- dama de Staél.
La amargura que le causó la supresión inesperada de su libro fué muy grande. Seis años de estudios y de espe- ranzas destruidos, un redoblamiento de las persecuciones en el momento en que esperaba una tregua, hicieron que su situación en esta época fuese una prueba decisiva, que la obligó a entrar sin titubear en lo que ya he llama- do sus años sombríos. ¡Que siga su marcha, que siga su marcha, desde entonces, a pesar de la gloria que no la abandona nunca, ya no nabrá para ella ni momento de descanso al canto en el Capitolio! Hasta entonces, aun las mismas tempestades de la vida, habían tenido reflejos encantadores y atractivos momentáneos, y según su propia expresión tan bonita, había en su vida una música esco- cesa. Pero, a partir de aquella fecha, todo fué más amargo. La juventud, este grande y potente consuelo, había huído. Madama de Staél sentía horror a la vejez y se estremecía ante la idea de que llegase, y un día, en el que no disimu- laba esta sensación delante de Madama Suard, ésta le dijo: “Vamos, vamos, vos seréis una vieja adorable.” Mas, re- pito, se estremecía ante tal idea; la palabra juventud, tenía a su oído un gran encanto musical; se complacia en in- tercalarla en sus frases, y algunas como éramos jóvenes entonces anegaban sus ojos en llanto. “¿No se ve con frecuencia —exclama— la repetición del suplicio de Me- zencio en la unión de un alma todavía viva en un cuerpo destruído como dos enemigos inseparables? ¿Qué significa este heraldo que precede a la muerte, si no es la orden de vivir sin dicha y de abdicar, flor tras flor, cada día de la corona de la vida?” Se abandonaba al pasado más lejano, lejos de los últimos días que repiten con voz cascada las