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18 MADAMA DE SÉVIGNÉ

Gastine, ni M. de Chateaubriand de la de los bosques pa- ternos. o,

Porque muy a menudo se ve en Madama de Sévigné un humor alegre y alocado, se haría mál en tacharla de frívola y de poca sensibilidad. Estaba seria, pero triste durante sus estancias en el campo, y los sueños ocupa- ron un gran lugar en su vida. Solamente, es preciso es- cucharla, no soñaba bajo esas avenidas largas y sombrías del gusto de Delphine o como la amante de Osvaldo: este sueño no se había inventado todavía *; fué preciso el 93 para que Madama de Staél escribiese su admirable libro Influencia de las Pasiones en la Dicha. Hasta entonces su soñar fué una cosa más fácil, más sencilla, más indi- vidual y del que podía darse mayor cuenta; era pensar en su hija, ausente en Provenza; en su hijo, que estaba en Candía, en el ejército del rzy, en sus amigos alejados o en sus muertos. Era decir: “Mi vida ya la conocéis, se desliza con cinco o seis amigas, cuya sociedad me place, y en los deberes a que cada cual está obligado, y esto ya no es poco. Pero lo que me irrita es que no 'ha- cemos nada durante los días que pasan, y entonces nues- tra vida se compone de días en los que se envejece y se muere. Esto lo encuentro mal”. La religión regular y precisa que gobernaba la vida, contribuía mucho en- tonces a atemperar este libertinaje de sensibilidad y de imaginación que después no ha conocido freno. Madama de Sévigné se alejaba cuidadosamente de esas ideas, so- bre las que se debe pasar deslizándose; quería que la moral fuese cristiana y más de una vez tacha a su hija de estar tocada del cartesianismo?. Cuando en medio

. * "Los goces del cspfritu marcan nuestra fuerza” escribía en estos tiempos Ninón a San Evremond.

? Se han discutido mucho los méritos de Madama de Grignán y es que su madre la perjudicó a nuestros ojos con demasiadas alabanzas. muy difícil papel el de ser demasiado amado ante los indiferentes. hijo un poco libertino nos es más agradable. Yo creo que la alegría y la reflexión de Madama de Sévigné estaban divididas entre sus dos hijo. 1 uno tenfa la gracia, pero no la solidez de su razón, y la otra

Poseía esta reflexión uemasiado rígida, sin templar, y nada encantadora ni interesante.