RETRATOS DE MUJERES 133
dinero, pasaporte! ¡Cuántas veces en 1792 y en toda épo- ca no se mostró así! “Mis opiniones políticas tienen nom- bres propios”, decía. ¡No!... Sus opiniones políticas eran principios esenciales, pero los nombres propios, es decir, las personas, los amigos, los desconocidos, todo aquel que vivía y sufría, entraba en cuenta en su generoso pensa- miento y olvidaba lo que es un principio abstracto de justicia delante de lo que atraía su simpatía.
Cuando apareció Delfina, la crítica no pudo contenerse, pues en ella encontró un rico filón. Todas estas opiniones sobre política, sobre religión, sobre el matrimonio, fecha- das en 1990 y en 1$92 en la novela, eran de una singular oportunidad en 1802 y reavivaron las animosidades. Le Journal des Débats (diciembre, 1802) publicó u artículo firmado A., es decir, de M. de Feletz, artículo pérfido, agridulce, lleno de arañazos, pero correctísimo, en el que el crítico de salones se hacía eco de los reproches que pronunció aquella sociedad naciente. “Nada más peligroso ni más inmoral que las teorías expuestas en esta obra... Olvidando las teorías en que ha sido educada la hija de Monsieur Nécker, el autor de las Opiniones religiosas me- nosprecia las revelaciones; la hija de Madama de Nécker, la autora de una obra contra el divorcio, hace extensas apo- logías del divorcio”. En resumen, Delfina es considerada como “un libro muy malo. escrito con mucho ingenio y mucho talento”. Este artículo pareció poco sufic.ente se- gún vemos, pues el mismo periódico insertó pocos días después (el 4 y el 9 de enero de 1803) dos cartas dirigidas a Madama de Staél y firmadas por 1'Admireur, cuyo autor es M. Michaud. El hombre de talento y de buen gusto, que en su juventud escribió ataques que más tarde le hicieron sonreír, nos excusará de que anotemos tan mortificante virulencia. La primera carta trataba de los personajes de la novela que había sido juzgada inmoral; Delfina se ve SS
1 Ver la noticia sobre M. J, Chenier a la cabeza de sus obras por Monsieur Daunou,
