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132 MADAMA DE STAÉL

taciones y algo de ensueño en el silencio, que no tiene ingenio más que para hablar y no para leer ni para refle- xionar, y que jugando se libra del aburrimiento, sin ir tan lejos, no podemos pasar sin observarlo un trazo más ino- cente: “Nadie sabe mejor que yo —dice Madama de Ver- nón (carta XXVIII, primera parte)— hacer uso de la indolencia; me sirve para derrotar la actividad de los demás. Durante mi vida no han sido cuatro veces siquiera las que me he tomado el trabajo de querer una cosa; pero cuando me he decidido a algo, aun cuando me valga fatiga, nada es obstáculo para mí, y podéis estar seguro de que lo logro”. Yo veía en esta frase un rayo aplicable a la indolencia hábil del personaje tan preconizado, cuan- _do una tarde oí a un diplomático de mucho ingenio con- testar a quien le preguntaba si iría pronto a ocupar su puesto, “que no tenía prisi, que esperaba”. “Era muy joven todavía —añadió— cuando M. Talleyrand me dijo como instrucciones esenciales de mi conducta: No tengáis celo”. ¿No véis ahí toda la teoría de Madama de Vernón?

Puesto que estamos en lo que puede haber de rasgos naturales en Delfina, no olvidemos uno, entre otros, que revela desnuda el alma abnegada de Madama de Staél. En el desenlace de Delfina (hablo del desenlace primitivo, que es el más hermcso), cuando la heroína, después de haber agotado todas las súplicas ante el juez de Leoncio, sabe que el hijo del magistrado está enfermo, exclama en un grito sublime: “¡Pues bien, vuestro hijo, si Leoncio es entregado al tribunal, vuestro hijo morirá, morirá!” Esta frase de Delfina la pronunció realmente Madama de Staél cuando a consecuencia del 18 fructidor corrió cerca del general Lemoine para pedirle gracia en favor de un muchacho que sabía en peligro de ser fusilado y que no era otro que M. de Norvins. El sentimiento humanitario dominaba impetuosamente en su corazón, el cual una vez alarmado, no le dejaba tregua. En 1802, inquieta por la suerte de Chenier, amenazado de ser proscrito, corrió a su casa una mañana muy temprano para ofrecerle asilo,