Página:Sainte-Beuve retratos de mujeres.djvu/124

Esta página no ha sido corregida

130 MADAMA DE STAÉL

ción, de que los personajes se encierran para escribir aun cuando no tengan ni ganas ni tiempo para ello, cuando están en la cama y cuando acaban de sufrir un síncope, etcétera. Pero una vez aceptado este defecto de forma en Delfina, ¡cuánta delicadeza y cuánta pasión encontra- mos en el conjunto! ¡Cuánta sensibilidad y qué penetra- ción de los caracteres! A propósito de los caracteres, observemos que en aquellos tiempos era muy difícil que un autor se abstuviese de hacer los retratos de los perso- najes, Yo no creo apenas en los retratos de imaginación fecunda, que sean realmente copia fiel; no hallamos más que algunos trazos más o menos numerosos, los cuales, al formar el conjunto con el resto, se transforman. El autor debiera limitarse a indicar, sí, la línea en donde se reúnen su invención y su recuerdo; pero, entonces, debe buscar y nombrar para cada figura un modelo. Si Delfina se parecía tanto a Madama de Staél ¿a quiénes se pare- cían, si no el imaginado Leoncio, al menos M. de Lebensei, Madama de Cerlebe, Matilde y Madama de Vernón? Al- guien ha creído encontrar a Madama de Cerlebe por su gusto por la vida doméstica, por la uniformidad de sus actos, por las infinitas alegrías que sentía en la educación de sus hijos, semejanza con Madama Nécker de Saussure. En M. de Lebensei, el gentilhombre de costumbres ingle- sas, el hombre más notable por un talento que es difícil de encontrar, han creído algunos hallar un gran parecido con Benjamín Constant; pero si esto fuese cierto, no lo sería más que en las partes brillantes, y una mitad, por lo menos, de las alabanzas acordadas a las buenas cuali- dades de M. de Lebensei, no podrían ser destinadas al original más que a título de consejos*. En cuanto a Ma- dama de Vernón, el tipo mejor trazado del libro, según Chenier y todos los críticos, es el retrato disfrazado de mujer de uno de nuestros más famosos políticos, de aquel

? La otra mitad del carácter de M. de Lebensel se parece a M. de Jaucourt,