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RETRATOS DE MUJERES 125

siglo? Nosotros todos, generaciones que llegaron después de los Mártires y de Corina, estamos ante estas dos glorias inseparables, bajo el sentimiento filial del cual M, Lamar- tine se ha hecho el generoso intérprete en sus Destinées de la Poesie.

Si hay en el fondo y en los procedimientos de artista grandes diferencias entre M. Chateaubriand y Madama de Staél, nos quedamos sorprendidos luego por las seme- janzas tan esenciales que vemos en ambos. Los dos aman la libertad, enemigos de la misma tiranía, capaces de sentir la grandeza de los deseos populares, pero sin abjurar de los recuerdos ni de las inclinaciones de la aristocracia, y los dos trabajan por la vuelta del espíritu religioso, aun- que por distintos caminos. Cuando la Restauración se encontraron. Madama de Duras fué una especie de lazo?, y a M. de Chateaubriand le dijo en su última enfermedad Madama de Staél, estas bellas palabras: “Siempre he sido la misma, vivaz y triste. He amado a Dios, a mi padre y a la libertad”. Sin embargo, la política trazó la línea de separación entre ellos entonces, como antes fuera la filo- sofía, En sus Consideraciones sobre la Revolución Fran- cesa, que aparecieron después de su muerte, no nombra a M. de Chateaubriand, y en un trozo de éste inserto en el Conservador (diciembre, 1819) se encuentra uno de esos homenajes respetuosos y galantes, pero de una admi- ración llena de salvedades, un homenaje del ¡erfecto y cortés adversario. Una mujer ?, que por casualidad había encontrado por primera vez a M. de Chateaubriand en casa de Madama de Staél en 1801, y que por segunda vez le halló en el mismo sitio en 1814, fué el lazo de simpatía entre el uno y el otro. En su noble inclinación hacia la

1 Madama de Staél se complacía mucho con la compañía de Madama de Duras, a quien encontraba la única persona verdadera en un círculo ficticio, Yo he visto una carta encantadora que le dirigía el 26 de junio de 1817, es decir, ocho días antes de su muerte, dictada a su hijo Augusto, pues ya no podía escribir, No obstante, de su puño y letra añadió al Pinal: Muchos elogios de mi parte a René.

2 Madama de Recamier.