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RETRATOS DE MUJERES 117

“Desde entonces, los ensayos de Madama de Staél no pa- recen haber vencido el mismo número de sufragios”. Y ataca, desde luego, el sistema de perfectibilidad; muestra a Madama de Staél exaltándose por la perfección sucesi- va y continua del espíritu humano en medio de las quejas que ella expone sobre las penas del corazón y sobre la corrupción de los tiempos, bastante parecida en esto a los filósofos de que habla Voltaire.

Qui criaient Tout est bien, une voix lamentable.

Saca gran partido de esta contradicción, que no es más que aparente. Los partidarios de la perfectibilidad, se con- cibe, en efecto, vituperan todo lo presente, o, por lo menos, lo atropellan; los incrédulos de la perfectibilidad son menos irascibles hacia las cosas existentes y las aceptan de mejor grado, procurando acomodarse al detalle. Fontanes, per- siguiendo esta picante contradicción, adelantaba que todas las veces que el sueño de la perfectibilidad filosófica se apodera de los espiritus, los imperios están amenazados de los más terribles azotes: “El doctor Varrón contaba en su tiempo doscientas ochenta y ocho opiniones sobre el soberano bien... del tiempo de Marius y de Sylla; es una indemnización que se da al espíritu humano”. Según Fontanes, que cita a propósito de esto una frase de Con- dorcet, es a Voltaire a quien se debe esta consola lora idea de perfectibilidad. La crítica parte de ahí para aminorar ingeniosamente la cuestión y para reducirla poco a poco a las dimensiones de este verso del Mundano:

Oh! le bon temps, que ce siécle de fer!

Es, a su pesar, el mejor resumen y el más elegante que se haya podido hacer de todo lo que ha sido despachado sobre este asunto. El espíritu varonil y serio de Madama de Staél no podía resistir, sobre todo, esta manera bur- lona, mezquina, jocosa, de tratarlo todo de un verso del