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108 MADAMA DE STAEL

ingenioso escritor no tributó la misma justicia a Madama de Staél. Cualquiera que pudiera ser, en efecto, la mezcla inevitable de su salón, como la de todos los salones de esta época abigarrada, las voces manifiestas que ella agru- paba, no eran en otro sentido que la honrosa y razonable tentativa del establecimiento del año III. Sin detenernos en lo que ella expresa sobre sus Consideraciones, que po- dría sospecharse de arreglo a distancia, nosotros no que- remos, como prueba, más que sus escritos del 95 a 1800 y los ostensibles resultados de sus actos. En general, hay dos clases de personas a las que no debe consultarse ni creer cuando se trata de las relaciones y papel que des- empeñó Madama de Staél durante este período; por una parte los realistas, que continuaron fieles a sus antiguos rencores; éstos la acusan d2 alianzas monstruosas, casi de jacobina, de adhesión al 18 fructidor!, ¡qué sé yo! Por otra parte, de los que no se deben recusar los testimonios sobre este caso, son los convencionalistas más o menos ardientes, quienes, favorables también al 18 fructidor y adherentes después al 18 brumario, han terminado por servir al Imperio. Jamás hallaron esta mujer insumisa más que en las filas opuestas. Los amigos políticos más sinceros de Madama de Staél en esta época deben buscarse en el grupo luminoso y moderado donde figuran Lanjui- nais, Boissv-d'Anglas, Cabanis, Garat, Daunou, Tracy, Chenier. Ella los estimaba y los solicitaba. Su unión con

1% Ts una idea bastante generalizada que ella fué partidaria del 18 fructidor y ha hecho decir “que echaba a sus amigos al agua para darse el gusto de pescarlos al día siguiente”. En Francia, una palabra feliz es a veces la prueba de un hecho. Y puesto que me gustan estas palabras, yo las pondré aquí tal como las encuentro en los periódicos de la época con sus variantes. “Se decía an que había echado a todos sus amigos al mar para tener el placer de pescarlos con cañas”. Una de las víctimas del 18 fructidor, un respetable deportado (¿Barbé- Marbois?), ante el cual más tarde ella rechazaba con horror la sospecha de haber participado en estas violencias, le contestó: “Ya sé, señora, que no os habéis mezclado en los detalles del viaje, pero habéls dado la señal de marcha”. Finalmente Mons. de Talleyrand, que había tomado Parte en este golpe de Estado como ministro, parece que dijo en una de

sus cortas fórmulas peculiares a él: “Madama de Staél ha hecho el 18, pero no el 19”,