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XII

Otra vez el padre Desde la noche aquella en que Sacha estuvo paseando con su nuevo amigo, Helena Petrovna miraba a su hijo con angustia y esperaba inquieta la llegada de Kolesnikov. Pero éste no vino hasta tres días después. Durante este tiempo Sacha no salió de casa y estuvo muy cariñoso... todo lo necesario para que su madre permaneciera tranquila por el momento.

93 Kolesnikov vino un sábado. Estaban reunidos en casa de los Pogodin los colegiales y las colegialas, entre otras Eugenia Egmont. Paseaba la juventud por el jardín, cuando por entre el ramaje apareció la gorra de ciclista y la barba negra del desagradable visitante. Al mismo tiempo se oyó a lo lejos su sorda voz de bajo, como si brotara de la tierra.

El mismo Sacha le estrechó la mano con manifiesta frialdad.

—¡Qué admirable puesta de Sol! —dijo Kolesnikov, sentándose tranquilamente en un banco, entre Lina y Eugenia Egmont. Le sienta bien a mi cara esta puesta de Sol, ¿no es verdad?

El cielo, a través de las ramas desnudas, tenía un color de oro claro y parecía más bien un cielo de otoño. Aunque todos los rostros, vueltos hacia Poniente, estaban como patinados por el oro fundido y habían adquirido una nueva belleza, el de