Página:Sachka Yegulev.djvu/90

Esta página no ha sido corregida
86
 

Helena Petrovna le pareció que los ojos negros y redondos de Kolesnikov, furiosos poco antes, estaban humedecidos por las lágrimas. ¡Y yo que había concebido dudas respecto de Sacha!—pensaba Kolesnikov enternecido—. No; soy demasiado imbécil para apreciarle como se merece....

—Le acompañaré a usted, Basilio Vasilievichofreció Sacha—. ¡No tiene usted inconveniente?

—Se lo ruego a usted; me complacerá mucho.

En el vestíbulo, Helena Petrovna quiso preguntar a su hijo cuándo estaría de vuelta; pero no se atrevió. En vez de hacerlo, dijo:

—Te pones el abrigo de entretiempo, Sacha!

¡No tendrás frío?

—No; la noche está hermosa... Espéreme un minuto, Basilio Vasilievich; se me olvidaban los cigarrillos...

Kolesnikov, ya con el abrigo puesto, esperó con la cabeza baja, cerca de la salida. Helena Petrovna le preguntó algo, pero él no respondió; probablemente no oyó la pregunta. Cuando volvió Sacha, Kolesnikov salió en silencio, sin volver siquiera la cara...

Todo esto era inquietante. Helena Petrovna no se retiró hasta la una de la mañana, esperando a su hijo. Luego rezó durante largo rato ante el icono, y se acostó; pero no se pudo dormir. Sacha ha dicho pensaba que la noche es hermosa, y, sin embargo, el viento sacude fuertemente los árboles.

No puedo acostumbrarme al ruido de los árboles; esperándole me parece que se acerca algo horri-