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—Pero ¿cómo puede usted conocerme?

—Si no le conociera a usted no hubiera venidodijo seriamente Kolesnikov—. Pero dígame, ¿por qué a designado usted a Telepnev? No es un personaje tan importante que merezca que le ahorquen a uno por su causa. Eso decían también en el comité...

Sacha sintió malestar.

—¿Por qué he elegido a Telepnev? Creo que las razones de ello son bastante comprensibles... Por otra parte, tenía razones personales...

59 Y olvidándose de Kolesnikov, Sacha se abandonó a los pensamientos penosos que le atormentaron en aquellos últimos días. Desde la conversación memorable con su madre, pensó que nada tenía ya que ver con el general, que estaba bien muerto para él. Pero al poco tiempo Sacha se dió cuenta de que su padre, muerto, pesaba desde hacía mucho tiempo, de modo despótico, sobre su alma. Era una milagrosa resurrección y como el comienzo de otra vida misteriosa. Todo lo que parecía definitivamente olvidado revivía en sus recuerdos; los pequeños detalles dispersos por los rincones de su memoria y de los años se juntaban en una sola imagen, abrumadora por sus dimensiones y su importancia. Aun en aquel momento, sentado sobre la hierba amarillenta, creía ver en los campos desnudos, en las colinas lejanas que se recortaban en el horizonte, en las líneas vagas del bosque misterioso, algo íntimamente ligado con la memoria de su padre. Y, como en aquellos últimos días, sintió un odio agu-