Página:Sachka Yegulev.djvu/341

Esta página no ha sido corregida
337
 

Habrá que comprar un termómetro para saber el tiempo que hace—dijo a Lina.

—No un termómetro, sino un barómetro, mamá rectificó ésta.

—Sí, eso es, un barómetro.

A veces las dos estaban horas enteras paseando por el comedor, que era la habitación mayor de la casa; no se sentaban mas que para comer o para tomar el te. Si la criada se olvidaba de encender la luz, paseaban en la obscuridad creciente, que iba dando a las cosas el tono fúnebre de sus vestidos negros, y andaban hasta que ya no se veía nada.

Sin cesar pensaban en Sacha, pero apenas si hablaban de él. Los pensamientos que sus mentes concebían, pero que sus labios no expresaban, antojábanseles, sin embargo, conversaciones en alta voz, hasta el punto de que Lina solía desechar las ideas demasiado dolorosas por temor a que su madre las oyera. Helena Petrovna andaba con paso lento, los ojos bajos y la cabeza inclinada, jugando maquinalmente con la cadenilla de oro de su reloj.

Una vez, como prosiguiendo un pensamiento esbozado, dijo a Lina:

—Te acuerdas, Lina? Yo decía antes que Sacha no tenía talento.

—No, mamá, te engañas; era yo la que lo decía.

—No, querida, la que te engañas eres tú; yo era la que lo decía. Y ahora, ya ves qué talento tiene.

—Si.

—¡Es un gran talento, muy grande! NaturalmenSACHKA YEGULEV.

22