Página:Sachka Yegulev.djvu/319

Esta página no ha sido corregida
315
 

no molestase el sol y pudiese dormir tranquilo.

Sacha apartó una rama desprovista casi de hojas y miró la cabeza del muerto, que tenía los ojos vidriosos, la boca negra y manchada de sangre. Al lado del cuerpo había una pistola browning que el suicida había preferido, no se sabe por qué, a la tercerola.

—¡Esto es lo que usted ha hecho, Andrés Ivanovich!—dijo Sacha, con voz muy tranquila.

Soltó la rama; una hoja seca se desprendió y vino a caer sobre el hombro del muerto.

Los otros tres se acercaron también y miraron por encima del hombro de Sacha.

—Habrá que coger el portamonedas—dijo Fedot.

Luego se dirigió a Slepen, en tono de reproche:

—Lo ves? ¡Y suponías que se había ido con Soloviev! También tú seguirás pronto al marinero...

—No, tú; tú irás antes que yo; echas ya sangre por la boca.

¡Qué imbécil eres!—dijo Suchok, escupiendo con desprecio.

—¡Déjale; es demasiado estúpido!—declaró Fedot. Mejor será que me ayudes.

Mientras daban la vuelta al cuerpo buscando el dinero, Sacha estaba allí, extrañado de no sentir ni gran compasión ni dolor. Aquel suicidio le produjo cierta turbación; pero no le parecía inesperado el suceso, y lo encontraba muy natural; tenía que acabar así. Y pensó que al día siguiente iría a la ciudad.

Al mismo tiempo asaltaron a su mente pensa.