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chok, hombre muy bueno e insignificante, pero muy útil.

Se alejaron rápidamente de la granja incendiada; pero se les veía caminar; desaparecían a veces en el bosque para salir de nuevo a la campiña. Probablemente, además de la casa fueron incendiadas todas las dependencias.

Tramontaron una loma que los separó del incendio. Entonces comenzaron a sentir una extremada fatiga, y se percataron de que la noche era negra y profunda; hasta aquel momento no la habían visto, deslumbrados por el fuego.

Se sentaron al borde del camino. Petruscha tocó la hierba con la mano, y dijo:

—Aquí hay rocío.

Oyóse el grito de un pájaro que se había despertado. Por encima del bosque lejano, la Luna, colgada del cielo, tenía la forma de una hoz invertida.

Sentían calor después de la larga y apresurada caminata. El aire, inmóvil, no los refrescaba.

—El Sol va a salir pronto—dijo Kolesnikov—, y tenemos todavía mucho que andar... Hemos hecho bien en prender fuego a aquella propiedad.

¿Estás contento, Petruscha?

—¡Sí, Basilio Vasilievich!

—Ahora creo que está allí la policía... Como siempre, llega demasiado tarde... Estará amontonando las vigas quemadas—dijo Andrés Ivanich.

Dió un cigarrillo a Kusma Suchok y se pusieron los dos a fumar.