Página:Sachka Yegulev.djvu/109

Esta página no ha sido corregida
105
 

Naturalmente... Oiga, Sacha... No corramos tanto... Oiga... Yo también; no se lo diría jamás:

ella tiene miedo de mí, no me ama; pero yo...

La profunda voz de bajo de Kolesnikov quedó cortada súbitamente; diríase que había caído una pesada piedra desde una gran altura en el fondo de un precipicio. Sacha trataba de no hacer ruido al andar y esperaba que el otro siguiera hablando.

—No; se acabó. ¡Punto final! No puedo decirlo.

Pero tengo que pedirte una cosa, Sacha: cuando me vaya a morir... o más bien, cuando esté ya muerto, inclínate a mi oído y di... No, no puedo. ¡Punto final!

1 —Yo...

—Calla. Ya lo sé...

Siguieron el camino silenciosos. Parecía que la noche no podía ser más negra, y, sin embargo, cuando se extinguieron los últimos fulgores de la parte oeste del cielo las tinieblas se hicieron más espesas aún.

Ahora caminaban con más facilidad; probablemente bajaban una cuesta. Olía a humedad.

—Lo que es extraño—dijo Sacha es que amo a mi padre también. Es una tontería, pero cuando me acuerdo de que le gustaba la sopa de coles, empieza a gustarme a mí también. Y hasta me enfado con mamé porque no le gusta la sopa...

—¡Simplezas!

—Naturalmente. No vale la pena hablar de ello...

O, por ejemplo, su barba me gusta también. Tenía una barba cuadrada, espesa, rubia... en fin, una