lo que ha querido hacer. Muestra su punto de partida. Nada más.
Pocas son las líneas que podemos colocar al frente de este libro, y el espacio nos falta para los desarrollos necesarios. Que se nos permita pasar, sin detenernos por demás en la transición, de las ideas generales que hemos formulado, y, que según nuestro modo de ver, rigen el arte en toda su estensión, á otras ideas particulares, que este Drama, Ruy Blas, puede despertar en los espíritus investigadores.
En primer lugar, para no tomar sino por una de sus faces la cuestión —por la de la filosofía de la historia.— ¿cuál es el sentido de este Drama? —Expliquémonos.
Pueden observarse muchos fenómenos en los momentos en que una monarquía va a desplomarse. Primeramente la nobleza tiende á la disolución; disolviéndose se divide, y he aquí de qué modo.
La monarquía bambolea, la dinastía se extingue, la ley se desvirtúa; la unidad política se despedaza á los golpes de la intriga; la alta sociedad se abastarda y degenera; una mortal debilidad, así exterior, como interior, se hace sentir en todos; las grandes cosas del Estado caen, las pequeñas permanecen de pie, el espectáculo público es melancólico; ni política, ni ejército, ni finanzas: todos adivinan que el fin se acerca. De aquí, el tedio de la víspera, el temor del día dé mañana, la desconfianza de los hombres, el desaliento de toda cosa, el disgusto profundo. Como la enfermedad del Estado está en la cabeza, la