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ROMANCERO DEL CID
y á más á doña Jimena
muchas joyas y tocados,
y á vuestras dos fijas bellas
dos jacintos muy preciados;
dos cofres de muchas sedas
para vestir tus fidalgos.—
El Cid les dijera:—Amigos,
el mensaje habéis errado,
porque yo no soy señor
adonde está el rey Fernando:
todo es suyo, nada es mío,
yo soy su menor vasallo.—
El Rey agradeció mucho
la humildad del Cid honrado,
y dijo á los mensajeros:
—Decidles á vuestros amos
que aunque no es rey su señor,
con un rey está sentado,
y que cuanto yo poseo
el Cid me lo ha conquistado;
y que yo estoy muy contento
en tener tan buen vasallo.
El Cid despidió á los moros
con dones que les ha dado,
siendo dende allí adelante
el Cid, Ruíz Díaz llamado,
apellido, entre los moros,
de hombre de valor y estado.