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ROMANCERO DEL CID

De las palabras que ha dicho,
mucho á Rodrigo ha pesado,
y con saña muy crecida
ansí le había hablado:
—Sois, Martín, buen caballero,
notad lo por vos hablado:
aquesas vuestras palabras
no son de hombre esforzado,
que aquesta lid comenzada,
por manos se habrá librado,
non por razones livianas,
de que sois tan abastado.
En la mano de Dios es
lo que habéis vos razonado,
y él dará la honra á quien
viere qu’es bien empleado.—
Dijo, y con crecido enojo
para él se fué denodado;
muchas heridas le dió,
en tierra lo ha derribado.
Don Rodrigo se apeó,
la cabeza le ha cortado,
y la sangre de su espada
luégo la había limpiado.
Las rodillas por el suelo,
las manos puestas en alto,
muchas gracias daba á Dios,
que tal victoria le ha dado;
y díjoles á los jueces,
esto les ha preguntado:
—¿Queda aquí más por hacer
para que sea del reinado
de mi señor, Calahorra,
sobre que se ha batallado?—
Respondieron todos juntos:
—No, caballero esforzado,