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ROMANCERO DEL CID

un collar de ocho patenas
con un San Miguel colgado,
que apreciaron una villa,
solamente de las manos.
Llegaron juntos los novios,
y al dar la mano y abrazo,
el Cid, mirando la novia,
le dijo todo turbado:
—Maté á tu padre, Jimena,
pero no á desaguisado;
matéle de hombre á hombre
para vengar cierto agravio.
Maté hombre, y hombre doy;
aquí estoy á tu mandado,
y en lugar del muerto padre
cobraste marido honrado.—
Á todos pareció bien,
su discreción alabaron,
y así se hicieron las bodas
de Rodrigo el castellano.