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ROMANCERO DEL CID

Entonces dijera el Rey,
bien oiréis lo que dirae:
—Siempre lo oí decir
y agora veo que es verdade,
que el seso de las mujeres
que non era naturale:
hasta aquí pidió justicia
ya quiere con él casare;
yo lo haré de muy buen grado,
de muy buena voluntade.
Mandarle quiero una carta,
mandarle quiero llamare.—
Las palabras no son dichas,
la carta camino vae,
mensajero que la lleva
dado la había á su padre.
—Malas mañas habéis, Conde,
no os las puedo yo quitare,
que cartas que el Rey os manda
no me las queráis mostrare.—
—No era nada, mi hijo,
sino que vades alláe,
quedaos vos aquí, mío hijo,
yo iré en vuestro lugare.—
—Nunca Dios tal cosa quiera
ni Santa María lo mande,
sino que adonde vos fuéredes
que allá vaya yo delante.