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ROMANCERO DEL CID

Rodrigo sólo quedó
encima de su caballo.
Entonces habló su padre,
bien oiréis lo que ha hablado.
—Apeaos, hijo mío,
besaréis al Rey la mano,
porqu’él es vuestro señor,
vos, hijo, sois su vasallo.—
Desque Rodrigo esto oyó
sintióse muy agraviado;
las palabras que responde
son de hombre muy enojado.
—Si otro me lo dijera,
ya me lo hubiera pagado;
mas por mandarlo vos, padre,
yo lo haré de buen grado.—
Ya se apeaba Rodrigo
para al Rey besar la mano;
al hincar de la rodilla
el estoque se ha arrancado.
Espantóse d’esto el Rey
y dijo como turbado:
—Quítate, Rodrigo, allá,
quítateme allá, diablo;
que tienes el gesto de hombre
y los hechos de león bravo.—
Como Rodrigo esto oyó
apriesa pide el caballo;
con una voz alterada
contra el Rey así ha hablado:
—Por besar mano de rey
no me tengo por honrado;
porque la besó mi padre
me tengo por afrentado.—
En diciendo estas palabras
salido se ha del palacio;