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ROMANCERO DEL CID

y póngotela delante
para que esa presa dejes.—
Conociendo el rey la insignia
del caballo se desciende,
y en el suelo de rodillas
la saluda d’esta suerte:
—¡Oh estandarte poderoso
de aquel varón excelente
que fué muro de Castilla
y cuchillo de la muerte;
de quien tembló la morisma;
quien deshizo sus poderes;
quien venció muerto al rey Búcar
y tuvo vasallos reyes;
á quien hablaban los santos
y le acompañaban siempre,
y le alcanzaron de Dios
que vencido no se viese!
A vos y ante vos consagro,
como á quien tan bien se deben,
estos despojos de guerra
y en vuestro templo se cuelguen.—
Y en diciendo estas razones,
mandó que los presos suelten,
y toda la presa junta
al bendito abad se entregue
por amor y reverencia
del Cid, á quien se la ofrece,
reconociéndole muerto,
que nunca su nombre muere.

Fin.