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C


M

ientras se apresta Jimena

con algunos de los suyos
para partir de Valencia
con el silencio nocturno,
y los nobles castellanos,
más valerosos que muchos,
con fingidas alegrías
velan los soberbios muros;
Alvar Fáñez de Minaya,
don Ordoño y don Bermudo,
para la batalla aprestan
del Cid el cuerpo difunto.
No le visten la loriga
que él en las lides trujo,
por cumplir lo que mandó
en su postrimero punto.
De pergamino pintado
le ponen yelmo y escudo,
y en medio de dos tablones
el embalsamado bulto,