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XCIX
L
as obsequias funeralescelebra doña Jimena
de Rodrigo de Vivar
en San Pedro de Cardeña,
juntamente con sus fijas,
á quien el cielo hizo reinas,
satisfaciendo el agravio
no debido á su inocencia.
Pone el cuerpo en una tumba,
más que su esperanza negra,
y así llorando le dice,
como si vivo estuviera:
—¡Oh amparo de los cristianos!
¡rayo del cielo en la tierra!
¡azote de la morisma!
¡de la fe de Dios defensa!
¿No sois aquel que jamás
os vieron la espalda vuelta