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ROMANCERO DEL CID

prueban en homes ancianos
el su juvenil furor;
no son buenas fechorías
que los homes de León
fieran en el rostro á un viejo,
y no el pecho á un infanzón.
Cuidarais que era mi padre
de Laín Calvo sucesor,
y que no sufren los tuertos
los que han de buenos blasón.
Mas ¿cómo vos atrevisteis
á un home, que sólo Dios,
siendo yo su fijo, puede
facer aquesto, otro non?
La su noble faz ñublasteis
con nube de deshonor,
mas yo desfaré la niebla,
que es mi fuerza la del sol;
que la sangre dispercude
mancha que finca en la honor,
y ha de ser, si bien me lembro,
con sangre del malhechor.
La vuesa, Conde tirano,
lo será, pues su fervor
os movió á desaguisado
privándovos de razón.
Mano en mi padre pusisteis
delante el Rey con furor;
cuidá que lo denostasteis,
y que soy su fijo yo.
Mal fecho fecisteis, Conde,
yo vos reto de traidor;
y catad si vos atiendo
si me causaréis pavor.
Diego Laínez me fizo
bien cendrado en su crisol;