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XCVIII
anderas antiguas tristes
de victoria un tiempo amadas,
tremolando están al viento,
y lloran aunque no hablan.
Sonaban las roncas voces
de las destempladas cajas,
y los pífanos soberbios
calles y plazas arrancan.
Estábase el Cid Campeador
humilde y manso en la cama,
y sujeto á la inclemencia
de la vengativa Parca.
Hizo traer las reliquias
de las victorias pasadas
y mandó que le trujesen
sus compañeras espadas.
Y desque fueron traídas
levantábase en la cama;
tomándolas en sus manos
les dijo aquestas palabras: