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ROMANCERO DEL CID

porque honraste mi casa,
do Cardeña era nombrado.—
Cuando lo oyó el buen Cid,
gran placer había tomado:
saltó luégo de su cama,
de rodillas humillado,
para le besar los piés
al buen Apóstol honrado.
Dijo Sant Pedro á Rodrigo:
—Aqueso ya es excusado,
que á mí no podrás llegar,
no te trabajes en vano;
mas ten por cosa muy cierta
aquesto que te he contado.—
Esto dicho, el buen Apóstol
á los cielos se ha tornado;
Rodrigo quedó contento,
alegre con lo pasado,
dando á Dios crecidas gracias
por lo que le habia otorgado.