»que igualmente se herían,
»quebraron juntos las lanzas;
»firmes quedan en las sillas;
»mas desnudando á Colada,
»después de muchas feridas,
»que Antolínez le dió al Conde
»con destreza y valentía,
»le dió un golpe en lo más alto
»del yelmo, que las hebillas
»faltaron y la cabeza
»fué en dos partes dividida.
»Derribóle del caballo,
»y el suyo dejando, encima
»del cuello se puso en pié,
»y el acero al pecho afirma.
»A este punto un gran ruido
»se alzó y una vulgar grita,
»pidiendo no le matase
»cumpliendo con que se rendía.
»Fué poderoso el clamor
»de aplacar la ardiente ira
»del vencedor animoso,
»para dejallo con vida;
»mas puesto sobre él de piés,
»á Pedro Bermúdez mira
»que traía al conde don Diego
»sin valor con que resista.
»Dióle un golpe con Tizona,
»después de tener rompidas
»las lanzas, y fué tan fuerte
»que hombre y caballo derriba.
»Pidióle misericordia,
»pidiendo en merced la vida,
»confesando su maldad,
»diciendo que se rendía.
»No dió oído á sus plegarias,
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ROMANCERO DEL CID