»que en torno á todos seguía,
»temí el seguro no fuese
»el robo de las Sabinas.
»Mandé sentar á los jueces
»y yo tomando mi silla,
»sosegado el alboroto,
»fué de mí esta razón dicha:
»Condes, las fijas del Cid
»por vos sin causa ofendidas
»con la traza más soez,
»que se ha visto ni hay escrita,
»demandaron la venganza
»de su afrentosa ignominia
»al Cid su padre, que al punto
»salió á ella por sus fijas.
»Pidió campo á todos tres,
»para que en él fuese vista
»como quedaba su ofensa
»con la sangre vuesa, limpia.
»Respondisteis que con él
»la batalla, que os pedía,
»no queríades hacer
»porque yo lo ayudaría;
»que enviare á quien quisiese
»que sobre la causa misma
»por vos ficiese batalla
»según fueros de Castilla.
»Estos tres nobles guerreros
»el Cid por su parte envía,
»que ya en el campo os aguardan,
»os retan y desafían.
»Haced vuestra obligación
»que es lo que os fuerza y obliga,
»que es tiempo que las razones
ȇ las armas se remitan.
»Quisiéronme dar respuesta;
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ROMANCERO DEL CID
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