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ROMANCERO DEL CID

»cerrado, y puestos encima
»asientos y seis jüeces,
»y enfrente mi real silla.
»Á todo estuve presente,
»porque en mi ausencia no digan
»que el rostro escondí al efecto
»en que el honor vueso iba,
»porque no fablen aquellos
»que vueso daño codician,
»que os falta el rey don Alfonso
»como no os faltó en la vida,
»aunque por malditos medios
»traidores nos revolvían
»vuesa lealtad condenando
»con envidiosas mentiras.
»Advertido d’este engaño,
ȇ maldades conocidas
»les cerré el oído á aquellos
»que os condenaban en vida.
»He querido que entendáis
»que su maldad entendida
»hago el honor vueso mío,
»cual lo mostré en la conquista;
»que yo propio y á mi lado
»metí los tres que venían
ȇ defender vuestra causa
»que yo llamo propia mía.
»Puestos por mí en el palenque
»los dos condes á la mira,
»y Suer González su tío,
»llegaron, cual convenía,
»de fuertes armas cubiertos
»con muy grande compañía
»de parientes y de amigos
»y el pueblo que los seguía.
»Cuando yo ví tanta gente