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ROMANCERO DEL CID

cuando el león que ende había
se soltó de donde estaba,
tú, porque á esconderte ibas,
rompiste el manto y el sayo
que cobijado tenías,
por entrar bajo un escaño
que en el aposento había.
No digo cómo tu hermano,
que es aquel que me veía,
cayó con notable miedo
en parte do no debía.
Así, señor rey Alfonso,
á tu Alteza yo decía
que este día fuera bien
demostrar su valentía,
no en los robledos de Tormes,
do ferido habían mis primas,
mujeres de tal linaje,
que muy más que ellos valían,
que si yo ende estuviera
cometerlo no osarían.
Ficieron como cobardes,
yo se lo combatiría;
no ficieron como buenos,
como manda la hidalguía.
Muy feble es facer tal cosa
ningún home de valía,
y poner mano en mujeres
non es de caballería.