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LXXX



L


loraba doña Jimena
á sus solas con el Cid
la afrenta de sus dos fijas,
y así comenzó á decir:
—¿Cómo es posible, señor,
siendo temido en la lid,
que os afrentasen dos homes
no siendo bastantes mil?
Y si aquesto no vos duele,
ved que á mi padre perdí
por ser vos tan vengativo
en las cosas que sentís.
Considerad vuesas fijas,
aquesas que yo parí,
que non son fijas prestadas,
sinon de vos y de mí.
Es bien que aquesto miredes
y que esa gente ruín
non se atreva á facer tal
sabiendo que sois el Cid,
pues no fallarán salida
para poderse eximir.
¡Si es bien que aqueso sintades
farto os he dicho, sentid!—