y á la sangre y gente buena
de mis parientes y amigos,
que también mucho les cuesta.—
El moro se despidió,
cobarde en ver su presencia,
y temeroso de oirle,
al rey le lleva la nueva.
El Cid se queda ordenando
cosas sobre esta facienda,
y conoció de sus yernos
la cobardía que encierran.
Mandóles que se quedasen
porque no prueben sus fuerzas.
Ellos temerosos d’esto,
corridos de tal afrenta,
le dicen que han de ir con él
á tan peligrosa empresa.
Juntas las gentes del Cid
sus haces trazan y ordenan;
todos salen al real,
y el Cid con tanta braveza,
que los moros temerosos
sus haces juntan apriesa.
Al són de pífano y cajas
la batalla se comienza,
animándolos Rodrigo
que lleva la delantera;
con su gente puesta en orden
la batalla les presenta.
Embístense ambas las partes,
y en la batalla sangrienta
diez y ocho reyes prende,
y á todos ellos prendiera;
mas poniendo á los piés alas,
desembarazan la tierra,
y aunque costó mucha sangre
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ROMANCERO DEL CID