en las soberbias almenas,
miraba el rey que ha llegado
con el ejército y tiendas,
de que sus cobardes yernos
ya se temen y recelan.
El Cid ha sido avisado
que un recaudo del rey llega;
bajóse por recebillo,
sin bajar su fortaleza.
Á las razones del moro
atiende el Cid con prudencia,
y turbado de su aspecto
le dice d’esta manera:
—El rey Búcar, mi señor,
ha venido de su tierra
á deshacer el gran tuerto
con que tú le tienes ésta.
Envíatela á pedir,
y en viendo que no la dejas,
te apercibe á la batalla,
y procura defendella.—
Oídas estas razones,
no faciendo d’ellas cuenta,
alegre responde el Cid,
mostrando mucha clemencia:
—Díle al rey que se aperciba,
que yo pondré mi defensa;
Valencia me cuesta mucho
y no pienso salir d’ella,
porque he pasado en ganalla
muy grandes cuitas y penas.
Gracias infinitas doy
á la infinita grandeza
que me otorgó la vitoria
en tan peligrosa guerra;
á solo Dios lo agradezco,
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ROMANCERO DEL CID