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ROMANCERO DEL CID

Agradeció el Cid entonces
al Rey la merced tan grande,
y díjole se sirviese
de todo lo que á él tocase,
que d’él, de fijas, de haberes,
ficiese lo que mandase;
que él no casaba á sus fijas,
mas las da que se las case.
Dióle el Rey gracias por ello
y mandó les entregasen
ocho mil marcos de plata
para el día en que se casen;
y al tío de las doncellas,
que era el buen don Álvar Fáñez,
mandó el Rey que las tuviese
fasta que se desposasen.
Luégo el Rey llamó á los Condes,
y mandó que le besasen
las manos al Cid Rúy Díaz,
y le fagan homenaje.
Ficiéronlo así los Condes
delante el Rey y los grandes,
y convidó el Cid á todos
porque en sus bodas se hallen.
Partióse el Rey á Castilla,
y el de Vivar con él parte,
y á dos leguas mandó el Rey
que no pasen adelante.
Fuése Rodrigo á Valencia,
donde quiso se juntasen
los Condes y caballeros,
porque las bodas se acaben.
Cuando el Cid los vido juntos,
díjole á don Álvar Fáñez
que lo que el Rey le mandó
luégo al punto efectuase;