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ROMANCERO DEL CID

mas fágase ende, Rodrigo,
lo que á vos más os agrade,
que no hay mengua de consejo
do está el Rey y vos estades.—
Rodrigo partió á Requena,
y también el Rey se parte
juntamente con los Condes
porque el Cid los vea y fable.
Después de dicha una misa,
delante el Rey y los grandes,
por don Jerónimo, obispo,
con muchas solemnidades,
el Rey al Cid apartó
de todos los circunstantes,
y estas palabras propuso
con gravedoso semblante:
—Bien sabedes, don Rodrigo,
que os tengo amor asaz grande,
y por vuestras cosas cuido
con solicitud bastante;
por ende habéis de saber
que fice aqueste viaje
por fablaros de un negocio,
que importa con vos se fable.
Los condes de Carrión
me han rogado que vos trate
en que les déis vuesas fijas,
y que con ellas los case,
que estarán agradecidos
si esta merced se les face,
porque es gran razón se estimen
fijas que son de tal padre.
Codician vuesa amistad,
atienden al trato afable,
aman mucho vuesas cosas,
y estiman á vuesa sangre.—