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LXVII
ictorioso vuelve el Cid
á San Pedro de Cardeña
de las guerras que ha tenido
con los moros de Valencia.
Las trompetas van sonando
por dar aviso que llega,
y entre todos se señala
el relincho de Babieca.
El abad y monjes salen
á recibirlo á la puerta,
dando alabanzas á Dios
y al Cid mil enhorabuenas.
Apeóse del caballo,
y antes de entrar en la iglesia
tomó el pendón en sus manos
y dice de esta manera:
—Salí de ti, templo santo,
desterrado de mi tierra;
mas ya vuelvo á visitarte
acogido en las ajenas.