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ROMANCERO DEL CID

Bien cuidó Martín Peláez,
que non vió el Cid lo pasado,
y así las manos se lava,
á la mesa se ha sentado
donde está don Álvar Fáñez
con la compaña de honrados.
El Cid se fué para él,
y del brazo le ha trabado,
diciendo:—Non sois vos tal
para en tal mesa sentarvos
con esos parientes míos,
á quien vos podáis llegarvos;
más valen que yo ni vos,
que son buenos y aprobados;
sentadvos á la mi mesa,
comed conmigo á mi plato.—
Con mengua de entendimiento
no creyó que es baldonado,
asentóse con el Cid
á su mesa y á su lado,
y el Cid con grande cordura
esta reprensión le ha dado.