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ROMANCERO DEL CID

cuando supo que el buen Cid
tan cerca de sí yacía.
Apellidara sus gentes,
muchas son en demasía;
llegado han á Piedra Alta,
sus tiendas fincar facía:
á ojos está del Cid,
mas para él no venía.
El Cid salió de Monzón
con doce en su compañía,
á holgarse por el campo,
armados de buena guisa.
Los de ese rey de Aragón
le tuvieron puesta espía;
caballeros eran ciento
y cincuenta, que á él salían.
El Cid lidiara con todos,
como bueno los vencía:
siete son los caballeros
y caballos que prendía,
los otros huyen del campo,
que aguardarle no querían,
los presos piden merced,
que los suelte le pedían:
el Cid, como es muy honrado,
lo que piden concedía.