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LII




scuchó el rey don Alfonso

las palabras halagüeñas
del Cid en su despedida
cuando se partió á la guerra,
y dijo á sus infanzones:
—Hoy deja nuestras banderas
el home más animoso
que sangre de moros riega:
y aunque parezca osadía
el fablar con tantas veras,
non fueron atrevimientos,
supuesto que lo asemejan.
Los amoríos del alma
en el pecho do se encierran
lealtad y amor, con su rey
tienen para hablar licencia.
Alongado va al destierro,
y veo que en su presencia
es sólo un home el que parte
y mil voluntades lleva;
y cuido que un buen guerrero,