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NOTAS DEL PRÓLOGO

    (1) Petit Romancero.

    (2) Lo que acaba de leerse es brevísimo resumen de nuestro libro De la poesía heróico-popular castellana, pág. 219 á 270. Desde la última á la 300 se estudian el origen y la índole de los romances viejos del Cid.

    (3) Véase Durán, II, 682, para el Romancero de Escobar y sus trece reimpresiones españolas, hasta la mutilada de González de Reguero (no Roquero), Madrid, 1818, á las cuales deben añadirse una de Barcelona, otra de Palma y dos de Madrid, posteriores. Acerca del Tesoro de Metje, véase el mismo Durán y Köhler Herder s Cid. Añadiendo á esta colección las diez y ocho impresiones españolas del Escobar, las colecciones de Julius, Keller, Durán (1.ª y 2.ª edición) y Michaelis, sin contar las muchas repeticiones de romances aislados de nuestro héroe en colecciones generales, tendremos que el presente RomanceroRomancerillo) del Cid es, cuando menos, el vigésimo quinto.

    (4) Hemos cambiado el segundo verso de este romance que decía: Victorias un tiempo amadas en De victoria un tiempo amadas, siguiendo la corrección propuesta por Damas Hinard.

    (5) No pretendemos que los nombrados son los únicos romances artísticos de mérito entre los del Cid. Aun en los que lo tienen en grado inferior, suele haber rasgos notables; por ejemplo el 64: Partíos ende los moros ofrece el siguiente, hablando de las arcas entregadas á los judíos Raquel y Vidas:

    Que aunque cuidan que es arena
    lo que en los cofres está,
    quedó soterrado en ellos
    el oro de mi verdad:

    rasgo que, si mal no recordamos, atribuyó Dozy á un depurado idealismo moderno y al ingenio del poeta francés Delavigne, que lo adoptó en su drama titulado Les filles du Cid.—No hemos nombrado entre los mejores romances el 75: Tirad, fidalgos, tirad, á pesar de ser obra de Lope de Vega y de no carecer de ingenio, ni incluido siquiera en la colección el celebrado Al arma, al arma sonaban, que lleva el n.º 745 en el Romancero de Durán, cuyo estribillo

    Rey de mi alma y d' esta tierra conde
    ¿Por qué me dejas? ¿Dónde vas? ¿Adónde?

    pareció al ya citado Dozy digno de un mal libretto de ópera; así como se nos antoja que lo tuvo presente Cervantes al poner en boca de Altisidora:

    Cruel Viriato, fugitivo Eneas,
    Barrabás te acompañe, allá te avengas.

    (6) El satírico Francisco Sánchez en su libro La verdad en un potro y Cid resucitado, encaminado á censurar las patrañas que del Cid se referían, enójase especialmente de los supuestos desacatos al Padre Santo. No son éstos históricos ni pudieron serlo, pues no hubo tal expedición á Francia ni á Roma; ni el Cid, por lo que sabemos, salió en su vida de España.

    (7) La de seis versos que pertenecen, no al Cid sino á los infantes de Lara, en el romance 7, de cuatro ingenuos con exceso en el 25 y de dos harto groseros en el 85.