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ROMANCERO DEL CID

que nunca fué rey traidor,
ni papa descomulgado.—
Jurado había el buen rey
que en tal nunca fué hallado;
pero también dijo presto,
malamente y enojado:
—¡Muy mal me conjuras, Cid!
¡Cid, muy mal me has conjurado!
Porque hoy le tomas la jura
á quien has de besar mano.
Vete de mis tierras, Cid,
mal caballero probado,
y no vengas más á ellas
dente este día en un año.
—Pláceme, dijo el buen Cid,
pláceme, dijo, de grado,
por ser la primera cosa
que mandas en tu reinado;
por un año me destierras,
yo me destierro por cuatro.
Ya se partía el buen Cid
á su destierro de grado
con trescientos caballeros;
todos eran hijosdalgo,
todos son hombres mancebos,
ninguno allí no había cano,
todos llevan lanza en puño,
con el fierro acicalado
y llevan sendas adargas
con borlas de colorado,
y no le faltó al buen Cid
adonde asentar su campo.