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ROMANCERO DEL CID

dijo á voces:—¡Ah Zamora!
¿Dónde estás, Arias Gonzalo?
Envía el hijo segundo,
que el primero ya es finado.—
Envió el hijo segundo,
que Diego Arias es llamado.
Tornara á salir don Diego
con armas y otro caballo,
y diérale fin á aquéste
como al primero le ha dado.
El Conde, viendo á sus hijos
que los dos le han ya faltado,
quiso enviar al tercero,
aunque con temor doblado.
Llorando de los sus ojos
dijo:—Vé, mi hijo amado,
haz como buen caballero
lo que tú eres obligado:
pues sustentas la verdad,
de Dios serás ayudado;
venga las muertes sin culpa
que han pasado tus hermanos.—
Hernán D’Arias, el tercero,
al palenque había llegado;
mucho mal quiere á don Diego,
mucho mal y mucho daño.
Alzó la mano con saña,
un gran golpe le había dado;
mal herido le ha en el hombro,
en el hombro y en el brazo.
Don Diego con el su estoque
le hiriera muy de su grado,
hiriéralo en la cabeza,
en el casco le ha tocado.
Recudó el hijo tercero
con un gran golpe al caballo,