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ROMANCERO DEL CID

Arias Gonzalo, ese viejo,
ansí le había fablado,
después que hubo entendido
lo que Ordoño ha razonado:
—Non debiera yo nacer
si es como tú has contado;
mas yo acepto el desafío
que por ti es demandado,
y te daré á conocer
no ser lo que has publicado.—
Y á todos los de Zamora
d’esta manera ha fablado:
—Varones de grande estima,
los pequeños y de estado,
si hay alguno entre vosotros
que en aquesto se haya hallado,
dígalo muy prontamente;
de decillo no haya empacho.
Más quiero irme d’esta tierra
en África desterrado,
que no en campo ser vencido
por alevoso y malvado.—
Todos dicen á una voz,
sin alguno estar callado:
—Mal fuego nos mate, Conde,
si en tal muerte hemos estado;
no hay en Zamora ninguno,
que tal hubiese mandado.
El traidor Bellido Dolfos
por sí solo lo ha acordado:
muy bien podéis ir seguro;
id con Dios, Arias Gonzalo.