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ROMANCERO DEL CID

el cual desque así lo vido
de espaldas y descuidado,
levantóse en los estribos,
con fuerza se lo ha tirado;
diérale por las espaldas
y á los pechos ha pasado.
Allí cayó luégo el Rey
muy mortalmente llagado;
vióle caer don Rodrigo
que de Vivar es llamado,
y como le vió ferido,
cabalgara en su caballo.
Con la priesa que tenía
espuelas no se ha calzado.
Huyendo iba el traidor
tras él iba el castellano,
si apriesa había salido,
á mayor se había entrado;
Rodrigo ya le alcanzaba,
mas viendo á Dolfos en salvo,
mil maldiciones se echaba
el nieto de Laín Calvo:
—Maldito sea el caballero
que como yo ha cabalgado,
que si yo espuelas trujera,
no se me fuera el malvado.—
Todos van á ver al Rey
que mortal estaba echado.
Todos le dicen lisonjas,
nadie verdad ha fablado,
sino fué el conde de Cabra,
un buen caballero anciano:
—Sois mi rey y mi señor,
y yo soy vueso vasallo;
cumple que miréis por vos,
que es verdad lo que vos fablo,