Yo te entregaré á Zamora,
aunque pese á Arias Gonzalo,
que por un falso postigo
en ella serás entrado.—
El buen Arias, el leal,
al Rey había avisado
desde el muro del adarve
estas palabras hablando:
—A ti lo digo, buen Rey,
y á todos los castellanos,
que allá ha salido Bellido,
Bellido un traidor malvado,
que si traición te ficiere
á nos non será imputado.—
Oídolo había Bellido,
que al Rey tiene por la mano:
—Non lo creades, señor,
lo que contra mí ha fablado,
que don Arias lo publica
porque el lugar no sea entrado,
porque él sabe que yo sé
por dónde será tomado.—
Allí le fablara el Rey
de Bellido confiado:
—Yo lo creo bien, Bellido,
el Dolfos, mi buen criado;
por tanto, vámonos luégo
á ver el postigo falso.
—Vámonos luégo, señor,
id solo, no acompañado.—
Apartados del real,
el buen Rey se había apartado
con voluntad de facer
lo que á nadie es excusado:
el venablo que llevaba
á Bellido se lo ha dado,
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ROMANCERO DEL CID