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ROMANCERO DEL CID
Fijo, no miran á mí,
porque ya soy viejo y cano;
mas miran á vos, mi fijo,
que sois mozo y esforzado.
Si vos facéis como bueno,
seréis d’ellas muy honrado;
si lo facéis de cobarde,
abatido y ultrajado.
Afirmaos en los estribos,
terciad la lanza en las manos,
esa adarga ante los pechos,
y apercibid el caballo,
que al que primero acomete
tienen por más esforzado.—
Apenas esto hubo dicho,
ya los condes han llegado;
el uno viene de negro,
y el otro de colorado;
vanse unos para otros,
fuertes encuentros se han dado;
mas el que al mozo le cupo
derribólo del caballo,
y el viejo al otro de encuentro
pasóle de claro en claro.
El Conde, de que esto viera,
huyendo sale del campo,
y los dos van á Zamora
con vitoria muy honrados.